30 abr 2013


Formación de hábitos y rutinas




Es necesario el establecimiento de horarios y rutinas  para continuar con la consistencia y el mundo predecible del niño, rutinas a la hora de la comida, la higiene, el sueño, la actividad, etc.
          
En muchas ocasiones la mala conducta de los niños simplemente se deriva de la ausencia de rutinas claras que les indiquen lo que se espera de ellos y en qué momento.
 Los niños sin rutina suelen manifestar ansiedad y son insaciables en las peticiones de horas de juego y atención de los adultos.
Las rutinas no deben ser una esclavitud. Es válido romperlas en momentos especiales.

La formación de hábitos:
Día con día los niños van estableciendo las bases de los hábitos que van a formar parte de su conducta cotidiana: hábitos de limpieza, orden, estilo de convivencia, alimentación, cortesía, consideración, etc.
 Es una edad maleable, si nos equivocamos podemos enmendar el rumbo. No hay niño desahuciado, se adaptan y adecuan a un ambiente que empieza a contenerlos. Después puede ser más difícil.
 Esta etapa también constituye un momento de gran responsabilidad para los papás. No es adecuado permitir que se formen malos hábitos ahora, porque después los padeceremos y los padecerá el niño mismo.
 Recordemos que el cariño y el apapacho, el cumplir sus gustos de vez en cuando no le hace daño si es por el placer de la convivencia; lo que malcría y echa a perder es la falta de límites, de estructura, y el resolverle toda la vida, no poniéndole retos adecuados a su edad ni educando sus afectos, su tolerancia a la frustración, su capacidad de espera, etc.
 Su pensamiento lógico está sembrando sus cimientos; su imaginación, su creatividad están formando su auto-imagen, su autoestima, límites internos, hábitos y bases para la convivencia.

Bibliografía:
Resumen del artículo formación de hábitos y rutinas del libro ayudando a crecer, 3-6 años escrito por Ana Serrano, 37-38, 106 pp.

26 abr 2013





Aprender a compartir

Desde temprana edad  tu hijo debe conocer esta cualidad del ser humano.   El modelo a seguir eres tú; por ende, debes  ser el primero en promover este importante valor y hacerlo evidente en tu familia.

El proceso es fácil, la socialización del menor ocurre entre el sexto y el octavo mes. Durante este tiempo los padres deben hablarle sobre la existencia de otras personas, el respeto por los turnos y la importancia de compartir.
A los 2 años se presenta el ‘cuasi compartir’, es decir, cuando el bebé tiene un objeto y lo ofrece, pero no lo entrega. Esta situación es algo normal y es el primer paso que el infante da para compartir.
A los 3 años se da el juego paralelo, que es cuando el niño está alrededor de otros, pero ninguno comparte, cada uno tiene su juego.

Es a partir de los 4 años que los infantes empiezan a integrarse con otros en el juego. Sin embargo, hasta los 7 años se les torna muy difícil compartir. Pero no es que sean egoístas. Solo que a esta edad comprenden el verdadero significado de este valor.

Cómo promoverlo
Son muchos los adultos que no se toman la molestia de explicarles a sus hijos que compartir es prestar sus juguetes por unos minutos, y no para el resto de su vida.
Para que el proceso de compartir se dé en excelentes condiciones, tu debes decirle a tu hijo que no solo se comparten los objetos, sino los sentimientos y las actividades diarias.
También se logra cuando los padres introducen el verbo compartir en su vocabulario. Por ejemplo: “¿quieres que compartamos los dos haciendo este rompecabezas?”.
Es necesario que le enseñes  a tomar turnos y a esperar, eso hará que el niño comprenda que el tiempo también se debe compartir.

Evita
Obligar a los niños a compartir, porque eso no promueve la generosidad sino el resentimiento.
El castigo si no quiere compartir.
No juzgues  al menor ni lo maltrates sicológicamente.
Uno puede sugerir pero no castigar.

Haz
Léele al niño acerca del significado de compartir.
Apóyalo o elógialo  cuando comparta.
Se  buen ejemplo para él.
Comparte  con otras personas en presencia del pequeño.

Beneficios
El niño aprende a socializarse más rápido.
Va a sufrir menos, porque no tendrá que entregar los objetos con dolor.
Va a ser menos apegado a lo material.
Le será más fácil compartir sus sentimientos y repartir su tiempo.

Bibliografía:
 David Isaacs. "La educación en las virtudes humanas", Eunsa, Pamplona.