22 jun 2016

El objeto transicional y los niños




(El consuelo que da el osito, la cobija, el dedo, el chupón, la mamila etc.)


Se le llama objeto transicional a ese “algo” que acompaña a un niño en el proceso de transición, de ser un bebé de brazos a ser un niño independiente.
Para el pequeño, el objeto transicional sirve como muleta para enfrentar los momentos difíciles, generalmente se trata de un objeto físico. 
Este objeto puede ser: el chupón, el oso, la cobija, el dedo, la mamila, el pañal, etc.  aunque en algunas ocasiones puede consistir en un hábito (canturreo o ronroneo antes de dormirse) Y cuando el pequeño lo ha elegido se le debe de     respetar.
En nuestra cultura, ese “objeto” no es visto con buenos ojos.  Se le mira como un signo de inseguridad, falta de atención o cariño. Es por esto que los adultos que rodean al niño prueban distintas estrategias para inhibir el uso del objeto de cariño, pero con frecuencia terminan por provocar lo contrario a lo    esperado: que el niño se aferre a él.

¿Por qué aparece?


El niño en edad de transición es decir entre el año y los tres años, pasa por un periodo de descubrimientos, de experimentación, de investigación y análisis.    Vive una revolución motriz. Sin embargo no todo es felicidad, se lastima, se mete en problemas, se encuentra con adultos exhaustos y desesperados y no siempre   comprende la razón. Experimenta una tormenta afectiva. 
El resultado es que no sabe si quiere regresar a ser el bebé cuidado y protegido o el niño grande, independiente. Es por esto que un objeto que le recuerde aquellos tiempos en los que no vivía en conflicto y se sentía seguro, puede reconfortarlo muchísimo y servirle como aliado y como elemento tranquilizador.
El proceso normal es que el niño vaya superando esta etapa de transición y la superación de la necesidad del objeto transicional, esto se da por lo regular entre los 2 y 3 años y medio, dependiendo del proceso del niño.
El hecho de quitarle su objeto transicional al año, año y medio o dos de manera brusca, normalmente no se hace en función de un proceso interno del pequeño, sino en función de la necesidad de los padres, lo cual es un error.


Consejos:

Cada pequeñ@ utiliza una estrategia para autorregularse esta es única y personal, es por esto que no todo aplica por igual.
Se aconseja que el proceso sea paulatino y se efectué bajo convencimiento y persuasión. 
Transmitirle al niño que el dedo, el chupón, la cobija, son consoladores de bebés y niños chiquitos, que estaremos muy orgullosos de él cuando logre sacrificar estos consoladores y encuentre otros más maduros, como abrazar, platicar, dibujar, etc.  Le podemos decir: “Yo se que te cuesta trabajo, que se te antoja mucho, no es fácil, pero va a ser muy bueno cuando lo logres”
El hogar debe invitar al niño a crecer, demostrándolo con actitudes en las que se prolongue el afecto, el contacto físico, el disfrutar al niño.
Ir desvaneciendo su uso. Irlo circunscribiendo a ciertas horas y lugares.
Siempre hay que vigilar que el niño lo vaya tolerando, que no busque sustitutos, por ejemplo, que no se muerda las uñas o se angustie. Ello sería señal de que todavía necesita de un consolador para tranquilizarse.
Hacer un ritual de desprendimiento, esto es problema del niño pero demostrarle que tiene nuestro apoyo.
Ayudarnos del dentista, si el objeto es de succión.
Tolerar su uso en momentos o etapas de crisis. No hay que dar marcha atrás pero siempre consolar.
No obsesionarnos ni focalizar la atención en el objeto; no herir, ni ofender.


¿Cuándo preocuparnos?

Cuando el niño preescolar manifieste una conducta obsesiva en chuparse el dedo o encerrarse en el   cuarto para confortarse con la cobija, deje de jugar, no socialice y permanezca aislado. En estos casos, su comportamiento puede ser un síntoma de que requiere un tratamiento especial.
Más que la conducta misma, es de preocupar lo que la está provocando:
¿Está pasando el niño por alguna crisis?
¿En la casa, con los papás, con los hermanos, en la    escuela?
¿Está recibiendo atención y afecto?
¿La casa tiene normas claras?
¿El niño tiene oportunidad de expresar lo que siente?
Buscar ayuda profesional cuando el caso lo ameríte.


Bibliografía:
Serrano Ana, “Ayudando a crecer” Guía para alimentar el desarrollo oportuno de los niños, 0-3 años.  Producciones Educación Aplicada, 1era edición 2006, México
Brazelton Berry, “Escuchemos al niño” Editorial Plaza Janés, 1era edición 1989 España