22 jun 2016

El objeto transicional y los niños




(El consuelo que da el osito, la cobija, el dedo, el chupón, la mamila etc.)


Se le llama objeto transicional a ese “algo” que acompaña a un niño en el proceso de transición, de ser un bebé de brazos a ser un niño independiente.
Para el pequeño, el objeto transicional sirve como muleta para enfrentar los momentos difíciles, generalmente se trata de un objeto físico. 
Este objeto puede ser: el chupón, el oso, la cobija, el dedo, la mamila, el pañal, etc.  aunque en algunas ocasiones puede consistir en un hábito (canturreo o ronroneo antes de dormirse) Y cuando el pequeño lo ha elegido se le debe de     respetar.
En nuestra cultura, ese “objeto” no es visto con buenos ojos.  Se le mira como un signo de inseguridad, falta de atención o cariño. Es por esto que los adultos que rodean al niño prueban distintas estrategias para inhibir el uso del objeto de cariño, pero con frecuencia terminan por provocar lo contrario a lo    esperado: que el niño se aferre a él.

¿Por qué aparece?


El niño en edad de transición es decir entre el año y los tres años, pasa por un periodo de descubrimientos, de experimentación, de investigación y análisis.    Vive una revolución motriz. Sin embargo no todo es felicidad, se lastima, se mete en problemas, se encuentra con adultos exhaustos y desesperados y no siempre   comprende la razón. Experimenta una tormenta afectiva. 
El resultado es que no sabe si quiere regresar a ser el bebé cuidado y protegido o el niño grande, independiente. Es por esto que un objeto que le recuerde aquellos tiempos en los que no vivía en conflicto y se sentía seguro, puede reconfortarlo muchísimo y servirle como aliado y como elemento tranquilizador.
El proceso normal es que el niño vaya superando esta etapa de transición y la superación de la necesidad del objeto transicional, esto se da por lo regular entre los 2 y 3 años y medio, dependiendo del proceso del niño.
El hecho de quitarle su objeto transicional al año, año y medio o dos de manera brusca, normalmente no se hace en función de un proceso interno del pequeño, sino en función de la necesidad de los padres, lo cual es un error.


Consejos:

Cada pequeñ@ utiliza una estrategia para autorregularse esta es única y personal, es por esto que no todo aplica por igual.
Se aconseja que el proceso sea paulatino y se efectué bajo convencimiento y persuasión. 
Transmitirle al niño que el dedo, el chupón, la cobija, son consoladores de bebés y niños chiquitos, que estaremos muy orgullosos de él cuando logre sacrificar estos consoladores y encuentre otros más maduros, como abrazar, platicar, dibujar, etc.  Le podemos decir: “Yo se que te cuesta trabajo, que se te antoja mucho, no es fácil, pero va a ser muy bueno cuando lo logres”
El hogar debe invitar al niño a crecer, demostrándolo con actitudes en las que se prolongue el afecto, el contacto físico, el disfrutar al niño.
Ir desvaneciendo su uso. Irlo circunscribiendo a ciertas horas y lugares.
Siempre hay que vigilar que el niño lo vaya tolerando, que no busque sustitutos, por ejemplo, que no se muerda las uñas o se angustie. Ello sería señal de que todavía necesita de un consolador para tranquilizarse.
Hacer un ritual de desprendimiento, esto es problema del niño pero demostrarle que tiene nuestro apoyo.
Ayudarnos del dentista, si el objeto es de succión.
Tolerar su uso en momentos o etapas de crisis. No hay que dar marcha atrás pero siempre consolar.
No obsesionarnos ni focalizar la atención en el objeto; no herir, ni ofender.


¿Cuándo preocuparnos?

Cuando el niño preescolar manifieste una conducta obsesiva en chuparse el dedo o encerrarse en el   cuarto para confortarse con la cobija, deje de jugar, no socialice y permanezca aislado. En estos casos, su comportamiento puede ser un síntoma de que requiere un tratamiento especial.
Más que la conducta misma, es de preocupar lo que la está provocando:
¿Está pasando el niño por alguna crisis?
¿En la casa, con los papás, con los hermanos, en la    escuela?
¿Está recibiendo atención y afecto?
¿La casa tiene normas claras?
¿El niño tiene oportunidad de expresar lo que siente?
Buscar ayuda profesional cuando el caso lo ameríte.


Bibliografía:
Serrano Ana, “Ayudando a crecer” Guía para alimentar el desarrollo oportuno de los niños, 0-3 años.  Producciones Educación Aplicada, 1era edición 2006, México
Brazelton Berry, “Escuchemos al niño” Editorial Plaza Janés, 1era edición 1989 España



2 oct 2015

BENEFICIOS DE ARMAR ROMPECABEZAS

Beneficios de armar rompecabezas


·         Desarrolla la capacidad de observación que es la base del espíritu científico.
·         El niño desarrolla su capacidad de aprender, entender y organizar las formas espaciales. Reforzando las nociones espaciales, se ayuda  al pequeño a una mayor comprensión y dominio de su entorno.
·         Práctica la observación, descripción y comparación; elementos necesarios para encontrar diferentes aspectos de cada pieza (color, forma, bordes, cortes, tamaño, etc.), así como detalles similares a otras y así poder reconstruir poco a poco el todo.
·         Desarrolla la capacidad de resolver problemas.
·         Ejercita su memoria visual.
·         Un rompecabezas representa un desafío que si se supera genera gran satisfacción en el niño y eleva su autoestima.
·         Mantiene la atención y concentración del niño.
·         Permite mantener la curiosidad por descomponer y componer lo que se conoce.
·         Trabaja la tolerancia del niño y su capacidad de espera ante la dificultad.
·         Su armado le permite la exploración y manipulación de piezas, ayudando al mismo tiempo a estimular  la coordinación ojo-mano, de manera que esta habilidad vital se desarrolla con más fuerza.
·         Fortalece los lazos familiares. Armar rompecabezas con tu hijo es una forma de acercarte y convivir con él.

Como comenzar:

De lo general a lo particular. De lo sencillo a lo complejo.

Estos rompecabezas contienen la imagen integrada con nombre como referencia concreta para el niño. Esto facilita al niño el proceso de análisis-síntesis; el niño necesita un referente para iniciar el armado, en este caso ya no es necesario anticipar el todo sino solamente de reconstruirlo.

¿Cómo iniciar?
El niño arma y desarma el rompecabezas a partir del referente visual y aprende la grafía y fonética del nombre del animal representado. Poco a poco integra la imagen completa y arma y desarma el rompecabezas sin el referente visual.

Una vez que el niño domina un rompecabezas de pocas piezas se puede introducir otra figura del mismo modo.
Cuando el niño domina las dos figuras se pueden revolver las piezas y animarlo que las arme sin referentes visuales. Cuando logre hacer esto se puede agregar una tercera figura dejándole el referente visual para que la interiorice y posteriormente lograr revolver las piezas de las tres figuras.
Como se pude observar el nivel de complejidad del armado de rompecabezas puede graduarse de acuerdo al interés y avance de cada niño.


 


Posteriormente el pequeño  busca las piezas a y luego prueba si encajan unas piezas con otras.

 


En ADI se encuentran a la venta rompecabezas adecuados a la edad de los niñ@s, estos tienen que ser del agrado del pequeño, es decir que vayan de acuerdo a su gusto e interés, ya que el armar un rompecabezas no debe ser frustrante, al contrario le debe ayudar a concentrarse y a relajarse.



 


Para la edad preescolar  opte por rompecabezas cuyas piezas sean de 4 a 6 e ir aumentando su número a medida que ellos mejoran su destreza. Elija rompecabezas que tengan dibujos de objetos familiares, que se desarmen con facilidad para volverlos a armar y que sirvan como medio de enseñanza para aprender, así que por ejemplo puede seleccionar sobre formas, colores.

En ADI tenemos una gran variedad de rompecabezas acordes a la edad de tu pequeño. Mayores informes en recepción.






27 abr 2015

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO EN EL DEPORTE.

Esta Declaración surge en una primera instancia en 1986, luego que un grupo de expertos compuesto por entrenadores y especialistas en la práctica deportiva durante la infancia recibió el encargo de elaborar unas orientaciones destinadas a las personas que trabajan con niños entre seis y trece años.

El propósito de su reflexión era señalar los riesgos fisiológicos y psicológicos propios de la práctica deportiva organizada.

Finalmente esta Declaración surgió en 1988 y consta de 11 apartados, los cuales son analizados a continuación.
 
1. El derecho a practicar deportes.

Ningún club debería cerrar sus puertas a un niño que quiera practicar deportes, independientemente de su talento o de que posea un físico idóneo para ello. Corresponde al club y al entrenador ofrecer un nivel de actividades a la medida de las posibilidades del muchacho. No olvidemos que para reducir la violencia en el deporte conviene promover el juego limpio, un comportamiento que justamente se aprende desde la infancia.
 
2. El derecho a divertirse y a jugar como un niño.

Este punto hace hincapié en el hecho de que los niños de 7 u 8 años tienen una forma diferente de percibir el juego y la diversión que los de 12 o 13 años. Los más pequeños buscan ante todo el descubrimiento : quieren cambiar de actividad, inventar reglas, etc. Los preadolescentes, en cambio, sienten curiosidad por aprender y exigen competencia por parte del entrenador : quieren que sea capaz de enseñarles las técnicas eficaces. Así pues, para los primeros el entrenamiento se organiza de forma lúdica, variada y espontánea. También para los segundos es importante el aspecto lúdico y variado del entrenamiento, que sin embargo debe estar más centrado en el aprendizaje de la habilidad deportiva.
 
3. El derecho a disfrutar de un ambiente sano.

Sería irreconocible no hablar aquí de dopaje. se conocen casos, afortunadamente pocos, de bebés campeones, de la gimnasia artística que han recurrido a productos diuréticos para perder peso. Más inquietantes todavía son los datos que figuran en un estudio publicado por el Centro Canadiense sobre dopaje deportivo, según los cuales 83.000 jóvenes de 11 a 18 años habían utilizado esteroides anabolizantes en el transcurso del año anterior a la encuesta. Aun cuando el dopaje antes de los 14 o 15 años sigue siendo un problema marginal, no debemos subestimar su importancia.

En el caso del dopaje, el silencio puede ser fuente de malentendidos. El entrenador debe tomar partido y oponerse firmemente a esta práctica, explicando a los jóvenes las razones éticas, médicas y también psicológicas de su oposición.
 
4. El derecho a recibir un trato digno.

Esto significa ante todo considerar al niño como " digno de relación ". Ciertos datos reunidos en Alemania indican que sólo el 33 % de los niños deportistas consideran que es posible dialogar con sus entrenadores. Este punto de la declaración guarda relación también con ciertas desviaciones escandalosas e incluso dolorosas para quienes sienten amor por el deporte y desean promoverlo. Me refiero a las situaciones en que se considera a los niños como fuente de ingresos o como mano de obra : los niños de cinco a diez años de Indonesia o de Pakistán, comprados cuando no secuestrados para montar en las carreras de camellos organizadas en la región del golfo Pérsico; los traspasos de muchachos futbolistas de once a trece años de América Latina a Europa, etc.

5. El derecho a recibir un entrenamiento y a estar rodeados por personas competentes.

Se trata en este caso de insistir en una formación de calidad para los entrenadores en los ámbitos de la fisiología, la psicología y la pedagogía. Es preciso, por lo tanto, que los entrenadores más competentes se ocupen de los más pequeños, ya que los comienzos en el deporte son muy importantes, por no decir decisivos, para el futuro.

 
6. El derecho a que los entrenamientos se adapten a los ritmos individuales.

Este punto hace alusión, por un lado, al respeto por las grandes etapas del desarrollo, y por otro, a la consideración que merece el ritmo del desarrollo individual. El conocimiento de los estadios del desarrollo, el fomento del carácter multidisciplinario del deporte y la organización de competiciones según modalidades diferentes de las utilizadas para los adolescentes y los adultos son algunas de las medidas que se pueden tomar para reducir los errores derivados de un enfoque incorrecto del factor edad.
 
7. El derecho a competir con jóvenes que tengan las mismas probabilidades de éxito.

Con excesiva frecuencia los niños se ven en la situación de tener que competir con adversarios claramente superiores o netamente inferiores. En el deporte, las experiencias de victoria y de derrota son ocasiones sumamente útiles para desarrollar la autoestima y el respeto por el otro. Resulta evidente en cambio el carácter escasamente educativo de las situaciones que favorecen el sentimiento de impotencia vinculado a la experiencia de perder una y otra vez, o el sentimiento de omnipotencia derivado de la experiencia de ganar sistemáticamente.
 
8. El derecho a participar en competiciones adaptadas.

El espíritu de competición está presente en el desarrollo del niño desde la temprana edad de tres años; está muy presente hacia los 7 u 8 años, cuando el niño descubre la pertenencia a un grupo, la colaboración y la cooperación, y finalmente se integra y asimila correctamente a la edad de 12 o 13 años, cuando el niño es capaz de distinguirlo de las experiencias de humillación. No se trata por lo tanto de estar a favor o en contra de la competición, sino de organizarla adecuadamente. Por ejemplo, las competiciones organizadas en un solo día se adaptan mucho mejor a las exigencias de los más pequeños que los campeonatos que se prolongan durante varios meses.
 
9. El derecho a practicar su deporte en condiciones de total seguridad.

Hay que adaptar las infraestructuras, los campos de juego y la duración de las prácticas a las realidades físicas y psíquicas del niño. Aumenta así la sensación de seguridad del niño, que de esta forma puede dominar el espacio.
 
10. El derecho a disponer de tiempos de descanso.

Con excesiva frecuencia, sobre todo en el marco del entrenamiento intensivo precoz, observamos que las vacaciones escolares se aprovechan para celebrar cursillos de entrenamiento. El descanso es importante para el niño que estudia y es indispensable para el que combina los estudios con el deporte. Hay que destacar además que los niños rara vez dicen estar cansados, por lo que corresponde al adulto instarlos a descansar.
 
11. El derecho a no ser un campeón.


Pero también el derecho a llegar a serlo. Si así lo desea y tiene el talento necesario, a partir de cierta edad - por lo general después de los 15 o 16 años - el joven deportista podrá intensificar la práctica deportiva o por el contrario seguir practicando su deporte por el placer que le reporta y por la satisfacción de estar con los demás. En los dos casos, conservará un excelente recuerdo del deporte que practicó cuando era niño. 

27 nov 2014

DESARROLLO Y ESTIMULACIÓN DEL LENGUAJE

El lenguaje es el principal medio de comunicación de los seres humanos, a través de él podemos intercambiar información, mensajes, ideas y sentimientos. Es una destreza que se aprende de manera natural en los primeros años de vida, pues el niño empieza a hablar en interacción con su madre y con los adultos.
El pensamiento y el lenguaje son dos procesos cognitivos fuertemente entrelazados, que forman parte de lo que significa ser humanos. Es por eso que el lenguaje del adulto está vinculado con el desarrollo mental y afectivo del niño.


L@s bebés y l@s niñ@s entienden mucho más de lo que pueden expresar. Existe tanto una comunicación no verbal de gestos y actitudes eficientes, como una comprensión de frases y órdenes sencillas. 

Para el desarrollo del lenguaje existen dos factores necesarios e importantes:

·         La maduración biológica
·         Las influencias ambientales

El primero está referido a los órganos que intervienen en el habla, que nos hacen capaces de emitir sonidos, palabras, frases y comunicarnos oralmente; el segundo se refiere a que los niños necesitan de oportunidades que brinda el entorno y de una estimulación adecuada, al utilizar el lenguaje oral, el niño recibirá el afecto y la atención de los padres y se dará cuenta que hablar es necesario para comunicar sus necesidades y deseos.
A veces como adultos ante la escasa respuesta verbal de l@s bebés y l@s niñ@s, actuamos como si estuviéramos en ausencia de un interlocutor, por lo que sobresimplificamos o empobrecemos el lenguaje que usamos al hablarles, con el consecuente retraso en el desarrollo potencial del lenguaje. Por tanto, es importante hablarles correctamente, dado que aunque la pronunciación que le escuchamos al(a) niñ@ no es la correcta, ell@s tienen en mente el modelo del adulto y no su propia alocución.




¿Cómo se desarrolla el lenguaje en los bebés?

Diversos autores coinciden en que el desarrollo de lenguaje verbal comprende dos etapas:

Etapa Pre-lingüística: Es considerada como la etapa del nivel fónico puro, comprende las expresiones vocales y sonidos que realiza el bebé desde el llanto hasta los gorjeos y balbuceos en el primer año de vida. Esta etapa que muchas veces es dejada de lado, es la que permitirá formar las bases necesarias para la producción de sonidos, sílabas y palabras.

Etapa Lingüística: Esta etapa empieza cuando el niño expresa la primera palabra, ya no solo realiza emisiones fónicas sino que empezará a expresarse verbalmente a través de palabras y frases con contenido semántico y sintáctico.

Es necesario recalcar que el desarrollo de estos periodos se refiere al lenguaje expresivo del niño y que previamente y en mayor proporción se estará desarrollando el lenguaje comprensivo.

Secuencia de desarrollo del lenguaje por edades

De 0 a 1 mes: El bebé prestará atención a los sonidos o gritos. Se comunicará a través del llanto buscando la satisfacción de sus necesidades.

2 meses: Produce ruidos y llantos diferenciados según la necesidad del niño o la causa que lo produce.

3 meses: Emite vocalizaciones y sonidos guturales “ga, ga” “gu, gu”, empezará a producir balbuceos con algunas consonantes y vocales.

4 meses: Existirá mayor interés por parte del bebé hacia las personas y los objetos, empezará a darse cuenta que los sonidos que emite producirán un efecto en su entorno, aprenderá la función de la comunicación verbal, por ende las vocalizaciones y gorjeos aumentarán.

6 meses: Por medio de los balbuceos empezará a conversar con las demás personas, emitirá más vocales unidas a consonantes para formar sílabas pa/, /ma/, /ba/, /ta/.

8 meses: Es la etapa del parloteo, emitirá más silabas seguidas a modo de respuesta a sus conversaciones, por ejemplo: “da-da”, “ba-ba”, “ma-ma”.

10 meses: Responde a su nombre y a consignas simples tales como “no”, “ven”. Vocaliza de manera más articulada, empieza a imitar palabras.

12 meses: Imita las palabras y la entonación de los adultos. Comprende órdenes y prohibiciones y dice 2 o 3 palabras en promedio.

18 meses: Su nivel de comprensión mejora notablemente, empieza a pedir las cosas señalando o nombrando los objetos, puede pronunciar correctamente un promedio de 10 palabras, señala algunas partes de su cuerpo cuando se lo piden.

2 años: Se interesa más por la comunicación verbal, ya es capaz de expresar frases de dos a tres palabras y utilizar algunos pronombres personales (mío, tú, yo).

3 años: Existe un incremento rápido del vocabulario, cada día aprende más palabras, su lenguaje ya es comprensible. El uso del lenguaje es mayor y lo utiliza al conversar con los demás o cuando está solo.

4 años: A esta edad el niño prácticamente domina la gramática, su vocabulario sigue desarrollándose, utiliza pronombres, verbos, artículos. Esta edad es caracterizada por las preguntas ¿qué es? ¿Por qué? ¿Para qué?

Este es el proceso normal del desarrollo del lenguaje en los niños, es posible que algunos salgan de los estándares establecidos, pero es común, ya que cada niño es diferente como también su entorno.


Cómo estimular el lenguaje en los niños:  

·   Háblale y comunícate con tu bebé, el empezará a conversar contigo por medio de balbuceos, sonidos y luego palabras.
·     Responde verbalmente y con mucho afecto a los sonidos producidos por el bebé.
·    Haz  juegos de labio para que él lo imite, haga sonidos y soplos, imite y refuerce también los sonidos producidos por el bebé tratando de estimular la producción de palabras. Por ejemplo si dice “ma”, diga usted “ma”…. ¡mamá!”.
·  Ponga énfasis al vocalizar las sílabas o palabras, la articulación debe ser clara lenta y correcta
·    Enséñale canciones sencillas y cortas acompañadas de gestos y palmadas.
·     Enséñale cómo se llaman lo objetos que señala o interesan al niño.
·    Juegue a producir sonidos onomatopéyicos (sonidos de animales perro, gato, pato, etc.)
·     Muéstrale láminas, fotos, cuentos, para aumentar el vocabulario del niño.
·   No corrijas al niño cuando no pronuncia adecuadamente los fonemas, evita decir “no así no se dice, es así…”, es suficiente con que lo escuche a usted pronunciar dicha palabra de la manera correcta y que intente hacerlo, poco a poco irá mejorando, no lo presione demasiado.
·  Incentívelo a comunicarse, a pedir las cosas a través de palabras o frases. No olvide felicitarlo y mostrarse contenta cuando logra hacerlo.

1 oct 2014

El apego y la adaptación


La adaptación hace referencia al proceso a través del cual el bebé se acopla, adecua y familiariza con su entorno (familia, maestras, etc.)  Al ser un proceso, la adaptación conlleva tiempo y es paulatina.

Tu bebé confiará y se adaptará a  maestras y demás entornos y personas, a través de la confianza que te tiene a ti como mamá o papá.
Construir un vínculo afectivo seguro (madre-bebé) favorece la adaptación a otros entornos ajenos a la casa (por ejemplo, ADI), dado que le brinda a tu bebé, seguridad y confianza en el ambiente que lo rodea y en sí mismo.

Al vínculo emocional recíproco y duradero entre el bebé y su cuidador (madre, padre y/o alguna otra figura importante), en el cual ambos contribuyen a la calidad de la relación, se le llama apego

Se desarrolla durante el primer año de vida y hace que los bebés se aferren a sus cuidadores en búsqueda de seguridad y comodidad.

Los apegos tienen valor adaptativo para los bebés, asegurando que sus necesidades psicológicas y físicas serán cubiertas y satisfechas por su(s) cuidador(es).
Prácticamente cualquier actividad del bebé que conduce a una respuesta de parte de un adulto puede ser una conducta para buscar el apego: succionar, llorar, sonreír, aferrarse o mirar a los ojos del cuidador.

Las tentativas de acercamiento tienen éxito cuando como mamá o papá respondes de manera cálida, expresas agrado y proporcionas a tu hijo(a) contacto físico frecuente y la libertad de explorar.
Los bebés apegados de manera segura han aprendido a confiar no sólo en su figura de apego principal, sino en sus cuidadores sustitutos (familiares como abuelos(as), tíos(as), maestras, etc.) y en su propia habilidad para obtener lo que necesitan.
Entre más seguro sea el apego de un niño con el adulto que lo cría, más fácil es que el niño se independice del adulto.

ETAPAS DEL APEGO

0-3 MESES (APROX.):
u El bebé se comporta igual con las diversas personas que lo cuidan.
u Ellos proporcionan las condiciones para que una conducta termine y se active la siguiente.
u Las figuras de apego son intercambiables.

3-6 MESES (APROX.):
u Diferencia  entre la madre o cuidador principal y otras figuras. Se incrementa el control que  ejerce para conseguir y mantener el contacto.
u El llanto señala su necesidad de cuidados (siempre debe ser motivo de alerta inmediata para los padres); y la sonrisa, su satisfacción.

6-9 MESES (APROX.):
u Se consolida el apego.
u Se vuelve vulnerable a la separación.
u Toma la iniciativa activamente en las interacciones sociales.
     Explora su entorno, manteniéndose a una distancia donde se siente cómodo

DE LOS 13 A LOS 36 MESES (APROX.):
  • Su hijo(a) pasa por un periodo de ambivalencia, a ratos quisiera ser apachado y estar pegado a mamá y a ratos quisiera ser investigador independiente. En esta etapa, es claro que usa a la mamá de “bas”. Si la tiene segura, tiene apertura para explorar.

La disponibilidad emocional de los padres se refiere a la sensibilidad que tienen a las señales (verbales y no verbales) de sus hijos, la capacidad de respuesta ante éstas y el apoyo activo. Es una fuente de apoyo para la exploración y dominio del entorno.

Lo más importante en el vínculo emocional padres-hijos, es esta disponibilidad emocional de ustedes como padres, porque hacen sentir bien a su hijo, le dan sensación de bienestar y autoestima.
El establecimiento del vínculo afectivo es un proceso sumamente complejo, gradual y cambiante. También por ello es necesario alimentarlo y trabajarlo constantemente.


13 ene 2014

Como inculcarles amor y paz a niños de 0 a 2 años




Una actitud pacífica y amorosa es un regalo especial para los niños desde el momento en que ellos están en el útero. Algunos padres están conscientes de la habilidad del niño para absorber mientras están en el vientre, y comienzan a enseñarle antes de que nazca hablándole o leyéndole en voz alta, o tocando música.

 Las investigaciones demuestran que los bebés reconocen las voces de las personas que les han estado hablando y también tienen  relajadas respuestas a la música que han escuchado mientras están en el vientre.

Se dice que las madres pueden distinguir las diferentes personalidades de sus hijos desplegadas incluso dentro del útero, y que cada  niño sabe si es  deseado. A la luz de esto, los padres son incentivados a pensar en el embrión como un ser consciente con una  habilidad  para absorber amor y paz.
Una vez que nace, existe un constante intercambio entre el niño y quien lo cuida. El bebé requiere ser tocado, sostenido, nutrido, arrullado y cuidado de una forma consistente, amorosa y paciente. El vínculo entre los padres y el niño  es esencial no sólo para una buena relación, sino también para su bienestar a lo largo de su vida.

Los bebés y niños en etapa de gateo son especialmente receptivos a la actitud y emociones de sus cuidadores iníciales. Responden de una forma saludable emocional y físicamente al cuidado amoroso,  y pobremente  emocional y físicamente a la irritación y falta de paz del que los cuida. Se angustian cuando el/la padre/madre esta apenado, deprimido o enojado y son más estables cuando el padre/madre está contento y sin apuros.
Conocer simplemente la importancia de la calidad de lo que entregamos a un bebé permite mayor atención a ese proceso. Llenar el ser con alegría, paz y amor permite al bebé experimentar más esas cualidades.
Los padres/cuidadores son estimulados a considerar las siguientes actividades en   valores a medida que la relación padres/hijo se  desarrolla:
  • Juega con el bebé  y trata al niño como un  individuo
  • Toca  música suave y alegre que cree  naturalmente las emociones que deseas  que el bebé experimente.
  • Cuéntale rimas y cuentos para niños
  • Nombra, para ellos, sus propios sentimientos positivos y negativos cuando esté     experimentando esas emociones, ejemplo:  “te veo contento, feliz, enojado”
  • Verbaliza sus cualidades positivas y formas de ser. Advierte cuando están siendo suaves con un juguete o  mascota.
  • Escoge juguetes que no sean peligrosos, que den paz.  juguetes que son divertidos y que permiten a los bebés o niño en etapa de gateo experimentar su  propia creatividad.
  • Juega a las escondidas con títeres. Haz que los títeres también entreguen mucho amor. 
  • Escoge cuidadosamente los videos y dibujos animados. Muchos dibujos animados no son apropiados para niños, son violentos. Escoge  personajes de dibujos animados que sean amistosos, divertidos y educativos.
  • No expongas al niño a escuchar violencia en la T.V., radio o dentro de la comunidad o discusiones y peleas de los padres. Esta  alerta respecto del impacto del medio ambiente.


Si el bebé tiene un hermano o hermana mayor que es también muy pequeño,  se cuidadoso en darle atención a él/ella también. Los padres pueden colocar una nota al frente de la puerta cuando las visitas van a ver al bebé. Pide  a las visitas que adviertan y presten atención al hermano mayor primero. Como padres, involucren al hijo mayor en sostener al bebé y ayudarlos en pequeñas tareas. Conversa y mire a los ojos de los niños mayores al menos la mitad del tiempo que estas  con él/ellos y con el bebé.


Bibliografía:

Batalla, Mónica. “Valores para Vivir”: Una Iniciativa Educacional es un trabajo en conjunto entre educadores globales, en consulta con la Comisión Nacional de UNICEF (España) y representantes del claustro de Educación de UNICEF (New York).

9 dic 2013

Cómo inculcar la tradición de la Navidad en los pequeños

La Navidad representa una fecha idónea para involucrar a los pequeños en los festejos y hacerlos participes de las celebraciones.   La unión familiar debe ser la base para inculcar todo tipo de creencias, celebraciones y valores, propios de estas fechas especiales.  
Sin embargo, es necesario que tengan claro que no hace falta forzar las situaciones, ya que la Navidad es una experiencia cultural, por tal razón, se va incorporando a las tradiciones de la persona por medio de la repetición, el ejemplo y la importancia que para la familia tenga.
Al crecer, los niños harán las preguntas referentes a temas de mayor profundidad e irán incorporando a su vida las costumbres.

El tema de la Navidad se puede abordar de acuerdo con la edad del niño:

De 0 a 2 años. Los pequeños se incorporan en las tradiciones de la familia por medio de la observación y del gusto por las novedades de la época. Además, amplían el repertorio de su lenguaje con palabras nuevas referentes a la Navidad.
De 2 a 4 años. Los niños participan en la decoración: ayudan a armar el pesebre, el árbol y demás, lo cual se convierte en una experiencia gratificante  que los motiva a recibir la Navidad.
De 4 a 6 años. Los niños empiezan a valorar más la Navidad, pues ya la han vivido y eso los carga de expectativas y fantasías con respecto a cómo será la nueva.
De 6 a 8 años. En esta edad, independientemente de la religión de sus padres, empiezan a preguntarse y a reflexionar sobre temas más profundos referentes a la fe, la trad
ición católica y las creencias propias de su familia. 

La familia, lo más importante

Aunque la decoración de la casa tiene trascendencia, lo que resulta verdaderamente esencial es explicarles a los niños que esto se hace para dar muestra de festividad, de cambio y, sobre todo, de espíritu navideño, el cual no es otra cosa que la repetición de simbolismos que se han heredado de generación en generación y que se transmiten para conmemorar una fecha culturalmente especial.
Más allá de esto, la familia debe ser siempre la base de la socialización; por eso, la transmisión de creencias, valores y tradiciones hacen su aparición en el seno del hogar. De ahí que en las épocas navideñas, la familia busque siempre la cercanía con sus seres queridos para afianzar los lazos de amor, de amistad y de fraternidad.

¿Cómo responder y cómo explicarles el sentido de la tradición navideña?

1. Los padres deben conocer las raíces y significados de las tradiciones que se están inculcando en los niños, de esta forma les pueden enseñar y compartir las tradiciones con congruencia y fundamentos. Así que, lo primero es que los padres conozcan y tengan claridad sobre el significado que tiene la Navidad para ellos y sus familias.

2. Tomar en cuenta que no todas las familias, aunque compartan religión, festejan de la misma forma la Navidad o cuentan con las mismas pautas para manejar ciertos aspectos de esta festividad, lo cual se deberá explicar a los niños: "cada familia tiene su forma de creer o de festejar, y todas las formas son correctas".

3. Explicar a los niños que no todas las personas festejan la Navidad debido a que no todas las personas son de la misma religión.

4. Otra forma cada vez más común de festejar la Navidad es, lejos de los significados religiosos,  tomando en cuenta valores más universales como el amor, la generosidad o la unión familiar.

Conforme crecen los niños se podrá ir profundizando en los significados de las tradiciones y diferencias culturales y religiosas, así como en la importancia del respeto a la diversidad. Cuando los niños están en contacto directo con niños de otras religiones, tendrán más dudas que permitirán un mayor acercamiento a una educación en la tolerancia de la diversidad.