Los padres de hoy tienen muchas más complicaciones para
pasar tiempo con sus hijos que en épocas anteriores, el trabajo fuera de casa
impacta directamente la forma en que deben administrar el tiempo para atender
las necesidades tanto físicas como
emocionales de los hijos.
Para un hijo es tan importante la calidad como la cantidad
de tiempo que sus padres le brindan y ese equilibrio debe permitir a un padre
conocer, comprender, saber qué sienten y quiénes son sus hijos.
La autora del libro De la culpa… a la calma, Ángela
Marulanda, escribe al respecto lo siguiente: “Parece que en nuestra loca
carrera por estirar el tiempo, finalmente logramos hacer todo… menos vivir, si
por ello entendemos compartir, jugar, reír, conversar, gozar… amar. Por andar
ocupados en que nada les falte a los hijos, los padres no les damos más sino
menos, menos sosiego, presencia, comprensión, menos de todo lo que precisan
para crecer tranquilos”.
“Los niños perciben cuando fingimos prestarles atención,
pero realmente no lo estamos haciendo”. Si el tiempo que dedicas a tus hijos
sólo alcanza para darles órdenes, suplicarles, corregirlos y apurarlos o sólo
prestas atención cuando gritan, lloran o hacen alguna travesura, ese tiempo,
aunque sea mucho, no es de calidad.
La opción es buscar espacios para estar presentes de cuerpo
y alma porque, afirma Marulanda, muchas de las dificultades que nuestros hijos
enfrentan son el resultado de no haberse sentido suficientemente valorados por
nosotros, porque no estuvimos ahí para ellos.
“La calidad de tiempo con los hijos no se mide por lo
entretenido que haya sido el rato que pasamos con ellos, sino por lo mucho que
ese tiempo nos permita conocerlos. Es en esa quietud cuando son evidentes sus
inquietudes, sus tristezas, sus dichas, es decir, lo que ocurre no fuera, sino
dentro de nuestros hijos. Tenemos que propiciar encuentros en los que podamos
percibir su confusión y orientarlos, así como sus cualidades y fortalezas para
reafirmarlas”.
“No son las diversiones sino nuestro interés y dedicación
personal a los hijos lo que nos permite tejer con ellos esos lazos afectivos
que no se dan con la mera convivencia, y que son los que les hacen ver que
ellos son lo más importante de nuestra vida, que los amamos más que a nadie”,
eso es calidad y se debe dar en suficiente cantidad.
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